Benedictus (Lc 1,58-79)
[58] Los vecinos y parientes, al enterarse de que el Señor la había tratado con tanta misericordia, se congratulaban con ella. [59] Al octavo día fueron a circuncidarlo y lo llamaban como a su padre, Zacarías. [60] Pero la madre intervino: —No; se tiene que llamar Juan. [61] Le decían que nadie en la parentela llevaba ese nombre. [62] Preguntaron por señas al padre qué nombre quería darle. [63] Pidió una tablilla y escribió: —Su nombre es Juan. Todos se asombraron. [64] Al punto se le soltó la boca y la lengua y se puso a hablar bendiciendo a Dios. [65] Toda la vecindad quedó sobrecogida; lo sucedido se contó por toda la serranía de Judea [66] y los que lo oían reflexionaban diciéndose: —¿Qué va a ser este niño? Porque la mano del Señor lo acompañaba. [67] Su padre Zacarías, lleno de Espíritu Santo, profetizó:
[68] Bendito el Señor, Dios de Israel, porque se ha ocupado de rescatar a su pueblo.
[69] Nos ha suscitado una eminencia salvadora en la Casa de David, su siervo,
[70] como había prometido desde antiguo por boca de sus santos profetas:
[71] salvación de nuestros enemigos, del poder de cuantos nos odian,
[72] tratando con lealtad a nuestros padres y recordando su alianza sagrada,
[73] lo que juró a nuestro padre Abrahán, que nos concedería,
[74] ya liberados del poder enemigo, servirle sin temor en su presencia,
[75] con santidad y justicia toda la vida.
[76] Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque caminarás delante del Señor, preparándole el camino;
[77] anunciando a su pueblo la salvación por el perdón de los pecados.
[78] Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará desde lo alto un amanecer
[79] que ilumina a los que habitan en tinieblas y en sombras de muerte, que endereza nuestros pasos por un camino de paz.