Vísperas. III Semana

  • SALUDO INICIAL
    V. Dios mío, ven en mi auxilio.
    R. Señor date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. 

    HIMNO 
    Como el niño que no sabe dormirse
    sin cogerse a la mano de su madre,
    así mi corazón viene a ponerse
    sobre tus manos, al caer la tarde. 

    Como el niño que sabe que alguién vela
    su sueño de inocencia y esperanza,
    así descansará mi alma segura
    sabiendo que eres tú quien nos aguarda. 

    Tú endulzarás mi última amargura,
    tú aliviarás el último cansancio,
    tú cuidarás los sueñor de la noche,
    tú borrarás las huellas de mi llanto. 

    Tú nos darás mañana nuevamente
    la antorcha de la luz y la alegría,
    y, por las horas que te traigo muertas,
    tú me darás una mañana viva. Amén. 

    SALMODIA 
    Ant. 1. El Señor rodea a su pueblo.

    Salmo 124 
    Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
    no tiemblan, está asentado para siempre.

    Jerusalén está rodeada de montañas, 
    y el Señor rodea a su pueblo 
    ahora y por siempre.

    No pesará el cetro de los malvados 
    sobre el lote de los justos, 
    no sea que los justos extiendan 
    su mano a la maldad.

    Señor, concede bienes a los buenos, 
    a los sinceros de corazón; 
    y a los que se desvían por sendas tortuosas, 
    que los rechace el Señor con los malhechores. 
    ¡Paz a Israel!

    Ant. 1. El Señor rodea a su pueblo.

    Ant. 2. Si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos.

    Salmo 130 

    Señor, mi corazón no es ambicioso, 
    ni mis ojos altaneros;
    no pretendo grandezas 
    que superan mi capacidad;
    sino que acallo y modero mis deseos, 
    como un niño en brazos de su madre.

    Espere Israel en el Señor ahora y por siempre. 

    Ant. 2. Si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos.

    Ant. 3. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.

    Cántico 

    Ap. 4, 11; 5,9-10. 12
    Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria, 
    el honor y el poder, 
    porque tú has creado el universo; 
    porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

    Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos
    porque fuiste degollado 
    y por tu sangre compraste para Dios 
    hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación; 
    y has hecho de ellos para nuestro Dios 
    un reino de sacerdotes
    y reinan sobre la tierra.

    Dignos es el Cordero degollado 
    de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría, 
    la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.

    Ant. 3. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.

    LECTURA BÍBLICA
    (Rm 12, 9 -12)

    Que vuestra caridad sea sincera. Aborreced el mal y aplicaos al bien. En punto a caridad fraterna, amos entrañablemente unos a otros. En cuanto a la mutua estima, tened por más dignos a los demás. Nada de pereza en vuestro celo, sirviendo con fervor de espíritu al Señor. Que la esperanza os tenga alegres; estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración.

    RESPONSORIO BREVE

    V. Tu palabra; Señor, es eterna, más estable que el cielo.
    R. Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo.

    V. Tu fidelidad de generación en generación.
    R. Más estable que el cielo.

    V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    R. Tu palabra; Señor, es eterna, más estable que el cielo.

    CÁNTICO EVANGÉLICO

    Ant. Se alegra mi espíritu en Dios mi salvador.

    Cántico de la Santísima Virgen María

    PRECES

    Invoquemos a Dios, esperanza de su pueblo, diciendo:

    Escúchanos, Señor.

  • Te damos gracias, Señor, porque hemos sido enriquecidos en todo por Cristo, tu Hijo; haz que por él crezcamos en todo conocimiento.
    Escúchanos, Señor.
  • En tus manos, Señor, están el corazón y la mente de los que gobiernan; dales, pues, acierto en sus decisiones para que te sean gratos en su pensar y obrar.
    Escúchanos, Señor.
  • Tú que a los artistas concedes inspiración para plasmar la belleza que de ti procede, haz que con sus obras aumente el gozo y la esperanza de los hombres.
    Escúchanos, Señor.
  • Tú que no permites que seamos tentados por encima de nuestras fuerzas, da fortaleza a los débiles, levanta a los caídos.
    Escúchanos, Señor.

    Se pueden añadir algunas intenciones libres.

    Tú que nos has prometido la resurrección en el último día, no te olvides de tus hijos que ya han dejado el cuerpo mortal.

    Unidos fraternalmente como hermanos de una misma familia, invoquemos al Padre común: Padre nuestro…

    ORACION

    Nuestra oración vespertinas suba hasta ti, Padre de clemencia, y descienda sobre nosotros tu bendición; así, con tu ayuda seremos salvados ahora y por siempre. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

    CONCLUSIÓN

    V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
    R. Amén.