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DATACIÓN DE LOS SALMOS

Uno de las dificultades mayores que presentan los salmos es la de ponerles una fecha de composición. Resulta casi imposible garantizar la datación cronológica de los salmos debido a las constantes modificaciones a que se vieron sometidos a lo largo de la larga historia de redacción a que ha vivido el salterio. Podemos hablar de unos 800 años desde que se escribió el primer verso hasta que el salterio se vio finalizado. La diversidad de manos, de circunstancias históricas, de situaciones de todo tipo, convierten el salterio en la obra que se ha ido desarrollando paralelamente a la historia del pueblo israelita. Las alegrías de las victorias, las crisis de las derrotas, todo lo bueno y lo malo, se ha ido reflejando en los salmos porque se han ido redactando a lo largo de muchos siglos y viendo pasar a muchas generaciones.

A pesar de esta gran dificultad, el salterio siempre ha mantenido una serie de elementos que permiten identificar a muchos salmos con momentos determinados de la historia o con personajes de gran importancia histórica. De esta manera hoy podemos hablar de unos salmos más antiguos que otros y, en algunos casos, hasta podemos situarlos cronológicamente en algún momento determinado de la historia con bastante precisión. Hay, por tanto una serie de elementos que nos permiten datar los salmos:

A) Los primeros salmos que se compusieron lo hicieron con una finalidad eminentemente litúrgica. Durante la monarquía de David un grupo de redactores recopilaron la primera colección de salmos para ser utilizados en las fiestas y celebraciones litúrgicas del pueblo (entre el año 1000 y 975 a.C.). El primer libro de las Crónicas al hablar de la organización del culto señala la existencia de algún tipo de oraciones salmódicas cuando invita a aclamar a Dios, a divulgar sus hazañas entre los pueblos y cuando anima a salmodiar y cantar a Dios recitando sus maravillas (1Crón 16,8-10). El libro del Eclesiástico habla de elevar a Dios acciones de gracias, oráculos de gloria e himnos y afirma de forma categórica que David «ante el altar instituyó salmistas y con sus voces dio dulzura a los cantos» (Sir 47,9).

B) El otro gran momento fuerte de composición poética para el salterio fue la etapa de los grandes profetas. Destaca la figura de Jeremías por su influencia en muchos salmos. Muchos escritos proféticos fueron asumidos por los salmistas en la redacción de sus poemas. Hoy no hay duda a cerca de la fuerte influencia que tuvieron los escritos proféticos, fundamentalmente del siglo VII, en la literatura poética del salterio. Tenemos un claro ejemplo en el texto de Jeremías cuando, en el Libro de la Consolación afirma: «Con lloro vienen y con súplicas los devuelvo» (Jer 31,9). Posteriormente un salmista ha tomado el texto profético y ha compuesto su salmo diciendo: «Al ir, va llorando, llevando la semilla; al volver, vuelve cantado trayendo sus gavillas» (Sal 126,6).

C) El destierro es uno de los momentos más fecundos en la redacción de salmos (597-538 a.C.). La temática invita a todo tipo de oraciones, himnos y alabanzas. La destrucción del templo, la deportación a Babilonia y el tiempo de estancia en el país extranjero en espera del retorno a la tierra son temas que invitan a la reflexión y dan lugar a una amplia literatura entre la que no faltan salmos. Versos como «¡Favorece a Sión en tu benevolencia, reconstruye las murallas de Jerusalén!» (Sal 51,20) remite a este momento histórico aun cuando, como parece ser en este caso, se trate de una adición posterior al salmo 51. Otro ejemplo lo tenemos en el salmo 147 cuando afirma: «El Señor edifica Jerusalén, congrega a los deportados de Israel, sana a los de corazón roto y venda sus heridas» (Sal 147,2). En todo caso tenemos una colección de salmos que asumen íntegramente como propios el tema del exilio y la esperanza de regreso (Sal 126; 137).

D) El último momento de fuerte creación literaria para el salterio fue el período macabaico, entre el año 175 y 150 a.C. De este momento son una amplia serie de salmos que identifican la crisis del momento con la ausencia de profetismo en medio del pueblo. La época macabea fue determinante en la llamada de atención ante el ocaso de la profecía. «No vemos nuestras enseñas, no existen ya profetas, ni nadie entre nosotros que sepa hasta cuándo» (Sal 74,9).

A pesar de todo lo dicho podemos afirmar que resulta muy difícil datar con precisión los salmos sin correr el riesgo de equivocarse. La mejor garantía es el análisis pormenorizado de los salmos individualmente, sacando las raíces teológicas que tiene, el estilo y el vocabulario que lo forman, las influencias externas,… en ellos se encierran los momentos más importantes de la historia de Israel.